01 de junio de 2022. Elena Marrero Betancor

Hoy nos acompaña un artista plástico que refleja el actual mundo de consumo a través de imágenes icónicas. Su trabajo muestra el fetiche de lo externo, de lo particular, del consumismo globalizado, interpretado por una pinturas muy kitsch. Le damos paso en nuestra mesa de tertulias a Cristóbal Tabares (Arafo, Tenerife, 1984)

Lo primero, bienvenido a nuestra pequeña tertulia. Tras la presentación inicial es el turno de las preguntas, allá va la primera: ¿Cómo fueron tus inicios profesionales?

Desde pequeño siempre tuve facilidad para el dibujo. Me pasaba las tardes dándole forma a mis ideas con la plastilina y las ceras. Cuando terminé la carrera tenía claro que debía seguir pintando, me presenté a muchos concursos y becas para seguir estando conectado al circuito y a la creación. Me puse la rutina de ir todos los días por la mañana al taller, para reforzar la sensación de que el arte era mi profesión. Crear esa rutina, que mantengo a día de hoy, me ayudó a ser bastante productivo y a empezar a tener clientes, y proyectos. Cuando estoy pintando, creo que estoy donde tengo que estar, haciendo lo que tengo que hacer. Es una sensación muy poderosa sentir que puedes vivir de tu talento (o por lo menos sobrevivir).

¿En qué medida ha marcado la insularidad tu desarrollo artístico?

Crear en una isla en medio del Atlántico, de una manera u otra te condiciona. Vivir en la ultraperiferia y sentir que todos los circuitos del arte te pillan muy lejos puede ser frustrante. Pero no hay que dejarse llevar por el pesimismo. En mis primeros proyectos siempre estaba presente la idea de la isla y el aislamiento. Pintaba tortugas encerradas en acuarios, con el tiempo he entendido esas obras como autorretratos, gasolineras, como islas de luz dentro de fondos muy oscuros, plataformas petrolíferas. Creo que algo dentro de mí siempre ha querido salir de aquí. Afortunadamente hoy en día tenemos muchas herramientas que han eliminado las fronteras para enseñar nuestro trabajo y para poder ver el de los demás. También creo que mi universo bebe mucho de nuestro carácter isleño, y siento que es una suerte poder dedicarme a la pintura en mi tierra, con esta luz y estos colores.

¿Cómo nace tu proceso creativo?

Tengo una carpeta en mi móvil donde voy guardando imágenes que me gustan y me inspiran. Casi siempre tiro de estos archivos para empezar a crear un proyecto nuevo. Una vez que encuentro un tema, empiezo a crear líneas de trabajo que voy marcando como diferentes series. Ya con las imágenes, y sabiendo el enfoque que le quiero dar, me pongo a pintar. Muchos proyectos evolucionan y cuando estoy pintando, la obra me pide cambios. Siempre me dejo llevar por mi instinto pictórico e intento que el concepto, y la pintura se complementen. Me gusta que las ideas evolucionen y sentir que el resultado no está claro hasta final. Cada proyecto es un batalla y no siempre gano yo.

Fotografía de Raquel San Nicolás

Nos gustaría saber qué proyecto o proyectos recuerdas de manera especial. ¿Podrías adelantarnos algo sobre los proyectos en los que estás trabajando actualmente?

Cuesta decidir, pero el primer impulso que me viene es decir Dientes Dientes, el proyecto que expuse en la Fresh Gallery de Madrid. No sólo por ser mi primera individual en la capital, sino por toda la gente que conocí y la repercusión mediática que tuvo. Fueron unos días maravillosos y los recuerdo con mucho cariño. Ahora estoy con varios frentes abiertos. Por un lado, Rusia es un país maravilloso, un proyecto seleccionado por el Gobierno de Canarias para la sala de arte del Instituto Cabrera Pinto de La Laguna. Me hace mucha ilusión que esta exposición vea la luz, porque estoy bastante orgulloso de las obras que estoy haciendo. Estoy también preparando exposición para Teguise, en junio, Altea en septiembre con la Galería Recoleto, y si el cuerpo lo resiste, a finales de año otra en la Galería Metro de Santiago de Compostela. Y ya hay cosas apuntadas en la agenda de 2023. Aparte de las colaboraciones de cerámicas que hago con La Oficial de Madrid.

¿Cuál es tu opinión sobre el frenético ritmo de vida actual y el papel tan importante que juegan las redes sociales en la comunicación?

Estamos tan inmersos en esta vorágine que no nos damos cuenta de las consecuencias que esto tiene en nuestra salud mental y en nuestra calidad de vida. Yo hace unos meses, renuncié a mi trabajo fijo como director de arte en una productora de televisión, porque me di cuenta de que me era imposible compaginar una carrera artística con ese trabajo. Me despertaba por las noches con ansiedad porque no llegaba a todo, y no quería soltar nada. Al final no estaba ni en un sitio ni en el otro, y me tocó ser honesto conmigo mismo y apostar por el arte. Da vértigo salir de una estabilidad económica, pero el que no arriesga no gana. Poder dedicarle todo mi tiempo y mis ganas a mis obras, siento que es un privilegio y por primera vez, estoy disfrutando del proceso de creación sin mirar el reloj. Está claro que las redes sociales son una herramienta fundamental en nuestra sociedad, pero cada día nos comunicamos más, y hablamos menos. Intento usarlas de manera sana y productiva, exponiendo mis pinturas y sin entrar en polémicas. No tengo twitter. En Instagram sólo sigo cuentas que suben fotos de la acrópolis de Atenas. Se los recomiendo.

¿Hay algún o alguna artista con el/la que te gustaría colaborar?

Me gustaría trabajar con muchos artistas y algunos de ellos son amigos. Tengo pendiente hacer una colaboración con Edurne Herrán, artista y amiga que vive en Berlín. Ojalá poder pintar junto a Santiago Ydañez o Ana Barriga.

¿Cómo ves el panorama artístico del Archipiélago?

Creo que se están haciendo cosas interesantes y que hay mucho talento en las islas. Entiendo que nuestra realidad, tan lejana a toda la efervescencia del arte del país, a veces se haga cuesta arriba, pero debemos tomar esta circunstancia y ponerla a nuestro favor. Aprovechemos nuestra visión tricontinental, pongamos el foco en lo que nos hace diferentes.

Estamos creando una biblioteca de sugerencias para nuestros lectores, ¿qué libro no puede faltar en la estantería de Tertulia y Arte?

En esa estantería no puede faltar, aunque supongo que ya estará, Panza de Burro de Andrea Abreu. Un pellizco en el corazón. Una fuerza imparable que me llevó hasta mi infancia en Arafo. Un ejemplo de que crear desde nuestra realidad, funciona.

El arte como cualquier carrera profesional, además de formación y talento, requiere de apoyos para poder desarrollarse. Nos gustaría saber quiénes han sido tus apoyos tanto personales como profesionales.

La artística, es una carrera de fondo. Hay que perseverar y resistir. Cuando acabé el bachillerato, me matriculé en la diplomatura de turismo. Me di cuenta rápido de que aquello no era para mí. Comunicar que dejas una carrera «con salida», para matricularte en Bellas Artes, puede ser una película de terror para muchos padres. Los míos me entendieron y respaldaron mi opinión. Tengo que agradecer la paciencia de mis amigos, que los tengo fritos, enviándoles fotos de los cuadros para que me den su opinión, y que me acompañan a tomar un café cuando estoy muy saturado. En lo profesional, pues las instituciones que me han becado, premiado y promocionado. A galeristas y comisarios que han apostado por mí, con una mención especial a Semíramis González.

Para despedirnos solo nos queda darte las gracias por dedicarnos este ratito. Gracias por dejarnos descubrir todo el trabajo que esconde la gestión y mucho ánimo con tus próximos proyectos. Hasta la próxima tertulia.

Un placer. Muchas gracias por dar visibilidad y difundir el arte en las islas.