Fotografía de Rafael Arocha
Diana
Padrón
Nombre y Apellidos: | Diana Padrón |
Nacimiento: | Las Palmas de Gran Canaria, 1984 |
Categoría: | Curadora |
Formación: |
Licenciada en Historia del Arte por la ULL Máster en Estudios Avanzados en Historia del Arte por la Universidad de Barcelona y Doctora en Sociedad y Cultura: Historia, Antropología, Artes, Patrimonio y Gestión Cultural por la Universidad de Barcelona |
Colaboradora: Nira Cabrera
Fecha de la publicación: 08/03/2022
Nuestra invitada de hoy es investigadora, crítica de arte y curadora. También forma parte del equipo docente del Máster de Arte Contemporáneo: Contexto, Mediación y Gestión del Instituto IL3 de la Universidad de Barcelona. Ha sido profesora invitada en universidades como la Università di Padova, Université de Lille o Goldsmiths College University of London. Tengo el placer de darle paso en nuestra mesa de tertulias a Diana Padrón (Las Palmas de Gran Canaria, 1984).
Bienvenida a nuestra pequeña tertulia. Tras la presentación inicial es el turno de las preguntas. Comenzamos con la primera: ¿Cómo fueron tus inicios profesionales en el mundo de la gestión cultural? ¿Por qué decidiste dedicar tu vida al arte y a la cultura?
Un placer conversar con ustedes y compartir espacio con tanta gente interesante. Tuve claro desde muy temprano que quería dedicarme al arte, tal vez porque entendí pronto que era el lugar propicio para poder pensar el mundo de otra manera. Recuerdo que siendo aún muy pequeña algún adulto me preguntó mi opinión al respecto de una obra y me fascinó que se me otorgara esa responsabilidad. Por supuesto, formo parte de esa generación que tuvo la suerte de crecer con las actividades y programas pedagógicos que ya tenían en marcha instituciones como el Centro Atlántico de Arte Moderno o el Centro de Arte La Regenta, y que seguro tuvieron un papel crucial en mi trayectoria. Comencé mis estudios en arte siendo aún adolescente, en la recién inaugurada Escuela de Artes y Oficios de San Cristóbal, con la idea de continuar estudios en Bellas Artes, pero una profesora maravillosa nos enseñó que la Historia del arte podía ser también una práctica creativa. Mi posición como profesional tiene mucho que ver con todo ello, pues, además de la gestión, entiendo la curaduría como una posibilidad estética o, si quieren, la continuidad del arte por otros medios.
A raíz de tu experiencia en el mundo de la gestión cultural, ¿qué ventajas y desventajas observas al trabajar desde y en Canarias?
De entrada, no puedo imaginar Canarias sino como un nudo geográfico absolutamente interesante en términos culturales. Ahora bien, la principal desventaja de un territorio insular es la dificultad para saber el lugar que ocupamos respecto al mundo y olvidar de que ese océano que tenemos delante hay que navegarlo. Esta metáfora me parece crucial para definir el posicionamiento que debe tener toda política cultural planteada en Canarias.
¿Crees que la sociedad entiende y comprende el papel que juega un gestor o gestora cultural con respecto al desarrollo de la cultura?
Digamos que no es fácil, pero cabría preguntarse qué papel ocupamos nosotros en el imaginario popular y cuánto de lo que hacemos está realmente pensado desde un compromiso con esa sociedad. Tal vez esa interrogación nos lleve a preocuparnos un poco más por establecer un diálogo responsable con la sociedad en la que vivimos. Eso no quiere decir, por otro lado, que tengamos que caer en la idea ingenua de que debamos definir los programas culturales según los gustos e intereses de la cultura de masas, pues sería algo así como creer que la esfera pública es un espacio neutral donde no operan relaciones de poder que condicionan los intereses de los individuos.
También es verdad que la tradición cultural española ha tendido, por lo general, a sospechar de la cultura, es algo que no pasa en Italia, Francia, Alemania, Reino Unido… por supuesto tampoco en México, Argentina o incluso en determinados estados de EE.UU. Supongo que todos estos territorios han tenido mayores pretensiones geopolíticas de las que ha tenido nuestro país en la época reciente y ello les ha llevado a entender que el gasto en cultura es lo que asegura su soft power. Paradójicamente, esta inversión no tiene que ver exclusivamente con entender la cultura en términos de rédito económico o negocio, sino más bien con asegurar un espacio crítico e independiente que puede incluso cuestionar el propio sistema que lo sostiene.
Para aterrizar más en la incomprensión del papel concreto del comisario o curador, es cierto que cada vez más me encuentro en la necesidad de justificar nuestro trabajo, ya no tanto al público en general, sino incluso con determinadas administraciones o agentes del mundo del arte. Más allá de que determinadas figuras del star system curatorial hayan contribuido a extender la desconfianza hacia el curador que actúa casi como un broker de las finanzas, creo que dicha incomprensión se inscribe más bien en un desmantelamiento de los sistemas de mediación y una serie de recortes de presupuesto que al final acaban sometiendo a los artistas a la lógica del do it yourself.
Nos gustaría saber qué proyecto o proyectos recuerdas de manera especial. ¿Podrías adelantarnos algo sobre los proyectos en los que estás trabajando actualmente?
Todo proyecto plantea un reto fascinante sobre cómo acercarte a la producción artística, interpretarla y compartirla con los diferentes tipos de públicos, así que no podría decir que algunos hayan sido más especiales que otros. Tengo, eso sí, algunos proyectos cuyo resultado recuerdo casi como un caramelo. Fue el caso de la instalación Lumina del artista (y comisario) Peter Weibel que instalamos en el emblemático Pabellón Alemania diseñado por Mies van der Rohe y Lilly Reich para la exposición universal de Barcelona de 1929. Fue una intervención mínima, discreta, que además apenas duró unos días dentro de la programación del festival de videoarte Loop Barcelona de 2017. Se trataba de una instalación compuesta de siete monitores de tubo catódico que reproducían un parpadeo en primerísimo plano interpelando al espectador en diferentes direcciones.
El artista la había expuesto por primera vez en 1977 en una galería alemana y para la ocasión nos pidió realizar una nueva filmación, así que invitamos a otro gran artista, Lluis Hortalà, a que hiciera de modelo. Ninguna de estas decisiones fue gratuita, sino que estaban todas ellas definidas por una red de vínculos y significados que daba sentido a que la pieza se mostrara en este otro contexto. Digamos que hubo todo un trabajo de conceptualización, pero también una adecuación formal a la arquitectura que resultó realmente fina y que creo representa muy bien el objetivo de mis proyectos. De todas formas, comprenderán que soy aún joven para ser una nostálgica y por supuesto espero que la mayoría de los retos estén por venir. Actualmente acabo de ser becada por el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA) para llevar a cabo una investigación sobre su colección donde pretendo ensayar determinadas políticas culturales que tengan en cuenta la condición portuaria de una ciudad como Barcelona.
¿Cómo ves el panorama artístico en Canarias?
Lo veo con un grandísimo potencial, pero tal vez poco gamberro o poco dado a poner en crisis determinados consensos, a veces despistado, y sobre todo precario. Necesitamos urgentemente políticas culturales que apuntalen la figura del artista y contribuyan a su profesionalización. Creo que se merecen mayores cuidados por parte de las administraciones e instituciones. También creo que falta potenciar dos pilares fundamentales para mantener bien activo todo ecosistema artístico: por un lado, centros de producción y talleres para artistas; y por otro lado, más programas de formación y debate que complementen la oferta académica y que estén pensados desde una lógica de pensamiento decididamente transversal y crítico.
¿Cuál es tu opinión sobre el frenético ritmo de vida actual y el papel tan importante que juegan las redes sociales en la comunicación? ¿y en relación con el arte y la literatura?
Precisamente organicé una sesión de debate con una performance sobre estas cuestiones en el Centro de Arte La Regenta en 2018 que se tituló “Geografías de la demora” y donde contamos con la participación del artista Javier Peñafiel y el curador y crítico de arte Martí Peran, dos figuras que considero fundamentales en el arte contemporáneo de nuestro país. Entonces pusimos sobre la mesa la necesidad de rebelarnos ante la exigencia de la cultura actual de devenir nómadas, la demanda de trabajadores “multitasking” y la incesante llamada a “autoconstruirse”. No me cabe duda de que las redes sociales pueden contribuir a difundir, comunicar y “autopromocionar” el trabajo que hacemos, una tentación en la que seguro hemos caído todas. Pero me parece crucial señalar que el papel del arte y la cultura debería estar siempre encaminado a cuestionar la cultura dominante.
Estamos creando una colección de arte y una biblioteca de sugerencias para nuestros lectores y lectoras. ¿Qué obra artística y literaria canarias nos recomendarías?
Como conclusión a todo lo dicho creo que no estaría mal reivindicar el sarcasmo de Alonso Quesada en Smoking Room y las implicaciones, también canarias, del grupo ZAJ, tan dado al gamberrismo y a los desenfadados “etcéteras”.
Para despedirnos solo nos queda darte las gracias por dedicarnos este ratito. Gracias por dejarnos descubrir todo el trabajo que esconde la gestión y mucho ánimo con los nuevos proyectos. Hasta la próxima tertulia
Gracias a ustedes por propiciar este espacio.
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