Dos en una

Celestino Mesa

Vacíos 1

¿A dónde vamos?

2016
Óleo sobre lienzo.
146 x 114 cm.

Vacíos 2

Bendita inspiración, ayúdame

2016
Óleo sobre lienzo.
130 x 97 cm.

Perdonen que no me levante 1

La desilusión de un ángel cansado

2017
Óleo sobre lienzo.
130 x 97 cm.

Perdonen que no me levante 2

El baño del ángel cansado

2017
Óleo sobre lienzo.
100 x 73 cm.

El sueño irreversible

Esclava de su dogma

2017
Óleo sobre lienzo.
116 x 89 cm.

El arte de levantarse 1

El apuro

2017
Óleo sobre lienzo.
110 x110 cm.

El arte de levantarse 2

Regreso del cielo

2017
Óleo sobre lienzo.
100 x 81 cm.

El arte de levantarse 3

El empate, el día que las niñas ganaron a Fernando

2019
Óleo sobre lienzo .
116 x 100 cm.

El arte de levantarse 3

Jugando con su sombra

2018
Óleo sobre lienzo.
130 x 97 cm.

El arte de levantarse 3

Jugando al escondite en casa de la abuela

2018
Óleo sobre lienzo.
116 x 89 cm.

El arte de levantarse 3

Jugando al escondite en la plaza mayor

2020
Técnica mixta sobre lienzo.
120 x 120 cm.

El arte de levantarse 3

Unidos por una liga

2020
Técnica mixta sobre lienzo.
100 x 100 cm.

El arte de levantarse 3

Por el camino de la infancia les vi venir

2017
Técnica mixta sobre lienzo.
146 x 114 cm.

El arte de levantarse 3

Riesgo controlado

2018
Acrílicos sobre lienzo.
120 x 120 cm.

El arte de levantarse 3

Las canicas de Fernando

2018
Técnica mixta sobre lienzo.
100 x 81 cm.

Brotar del incendio de la vida en la otra vida que no está, señalar el índice del interludio de la existencia en el camino de los destinos. La niñez camina sobre los espacios en la línea del olvido, en el silencio de los años pasados se conjugan los verbos de la realidad añadida a los puntos cardinales, en el tiempo que no está sobre la mañana que fallece en la noche. Pasarán los tiempos y se reirán los minutos en la eternidad de los puntos continuados, en el devenir de los siglos, sigilos del andante en la obra del pintor que, como Celestino Mesa, se dirige ahora en la pintura de la niñez y sus juegos, para sensorial presentar la cara en la técnica y sobre sí misma el restañar de las heridas de ese transcurrir en la resolución de los reflejos, de una luna o de un sol detenidos por el amor.

Percibir en el abrazo, su abrazo de artista firme y estricto con la poesía de sus trazos perplejos por encima de la bruma aguardando los juegos infantiles debajo de la escalera del futuro en un presente desgajado del árbol de la vida. Los niños de Celestino Mesa juegan a sus destinos con un lirismo propio, sin pena, en la gloria de haber disfrutado la permanencia en esos momentos, con el traslúcido trasnochar de los castigos paternales, pues todos creímos alguna vez que nuestros padres eran como dioses y que a nosotros en nuestra pureza no nos ocurriría nada.

Nadar en las aguas del mar sempiterno, por las ambiguas escaleras del cerebro, sentir que no hay palabras solo sentimientos en lo percibido. Mostrar los cuerpos pequeños de lo que fuimos para poder ser. Somos en la espiral de todo lo vivo un ejemplo más que muere y se pierde y así, flotando a la deriva, dejamos de pensar y nos despedimos. 

Javier de la Rosa 
Doctor honoris causa por la Universidad de Westbrook, USA
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