El sol, el polvo (y la sombra)

Javier Duchement

Sin título un dibujo de Javier Duchement

Sin título

2020
Carbón sobre papel
70 x 100 cm.

La sequia III un dibujo del artista Javier Duchement

La sequía III

2020
Carbón sobre papel
70 x 100 cm.

La sequía I un dibujo del artista Javier Duchement

La sequía I

2020
Carbón sobre papel
70 x 100 cm.

La sequía II un dibujo del artista Javier Duchement

La sequía II

2020
Carbón sobre papel
70 x 100 cm.

El observatorio Charcoall IV un dibujo del artista Javier Duchement

El observatorio Charcoall IV

2019
Carbón sobre papel
70 x 100 cm.

El observatorio Charcoall III un dibujo del artista Javier Duchement

El observatorio Charcoall III

2019
Carbón sobre papel
70 x 100 cm.

El observatorio Charcoall II un dibujo del artista Javier Duchement

El observatorio Charcoall II

2019
Carbón sobre papel
70 x 100 cm.

El observatorio Charcoall I un dibujo del artista Javier Duchement

El observatorio Charcoall I

2019
Carbón sobre papel
70 x 100 cm.

Sin título un dibujo de Javier Duchement

Sin título

2019
Carbón sobre papel
48 x 62,5 cm.

Sin título un dibujo de Javier Duchement

Sin título

2019
Carbón sobre papel
48 x 62,5 cm.

"Después del silencio" un dibujo de Javier Duchement

Después del silencio

2019
Carbón sobre papel
48 x 62,5 cm.

Sin título un dibujo de Javier Duchement

Sin título

2019
Carbón sobre papel
48 x 62,5 cm.

Sin título un dibujo de Javier Duchement

Sin título

2019
Carbón sobre papel
48 x 62,5 cm.

Los dibujos que presento aquí, si bien es cierto que los realicé durante el año 2019 y comienzos del 2020, son muy importantes en mi producción artística porque a partir de ellos se produce cambio de rumbo de mis intereses conceptuales, en mi proceso creativo y en los procedimientos plásticos, ya que comienzo una nueva andadura a través de las técnicas del dibujo.

Las claves conceptuales en que se desarrollan las obras realizadas en los últimos años son el mundo de la oscuridad y el horror visto desde la perspectiva de la psicología, su asociación con la tradición demonológica, así como con la literatura de terror de Edgar Alan Poe y H.P. Lovecraft, obras realizadas hasta ahora con técnicas artísticas como la fotografía y la escultura. A diferencia de esas obras anteriores en las que se apelaba directamente a la psicología del individuo, y en las que la iconografía propia de la demonología y los bestiarios están más presentes, en las obras producidas durante el año 2019 son dibujos que nos presentan escenas de un mundo que ya no está gobernado por el ser humano, sino por otro orden de cosas que habitan en un entorno arquitectónico que aún no tiene categoría de ruina. 

En estas obras se presentan escenarios de arquitecturas totalmente deshabitadas donde aparecen elementos que pertenecen al ámbito de lo incomprensible, de lo extraño. La nula presencia humana y de útiles y bienes materiales en estos espacios nos habla de un desalojo más que de una huida. Ese vacío nos podría conducir incluso a la idea de una etapa posthumana. Aunque no sabemos si algo está a punto de ocurrir, las imágenes quieren sugerir una situación en la que todo está inmóvil en un tiempo que transcurre. La luz puede vibrar haciendo temblar las sombras proyectadas sobre las superficies y el humo negro se desplaza y cambia muy lentamente. El aire y la presión de la temperatura hacen que todo adquiera carácter temporal y con una extraña sensación de anormalidad.

Los escenarios que se muestran en estos dibujos son interiores de edificios que apenas tienen conexión con el exterior; las ventanas y escaleras evitan la claustrofobia. Escaleras que conectan con otros espacios inferiores o superiores, puertas abiertas a estancias iluminadas y otras que, por el contrario, están en completa oscuridad. Aparecen también espacios oscuros e incompresibles huecos negros que quizá conectan con el inframundo o con un más allá desconocido. Las ventanas y cristaleras solo dejan pasar la oscuridad nocturna o la luz de un crepúsculo que se asoma por entre las persianas. Otras veces la luz aparece como energía que no procede de una fuente material sino del espacio inmediato. Aparece la oscuridad como nocturnidad, como sombra o como espacio por donde se escapa o se manifiesta lo incomprensible. Lo que contiene u oculta la oscuridad produce miedo, quizá la sombra en términos jungianos, pero la oscuridad en sí misma es también temida porque nos arroja a una inmensidad sin horizonte ni gravedad física y mental. La penumbra, por otra parte, aún nos permite mantener la distancia, aún podemos observar. 

Humo negro o niebla oscura, líquido, arena, elementos de aspecto orgánico y otros de ingeniería industrial con una presencia sobrenatural y que no se sabe cómo y por qué están ahí ni cuál es su pretensión, pero que pertenecen al orden de lo extraño e incomprensible. Ni siquiera son restos de actividad humana sino elementos generados por no se sabe qué fuerzas. El misterio de la oscuridad y de esos elementos mueven la imaginación en el espectador que no solo observa sino que se presenta ante unos escenarios que dejan ver, sugieren y ocultan cuestiones relativas a la especie humana y a la presencia de cosas que escapan de nuestro entendimiento y que solo creíamos posibles en nuestro inconsciente. En Tentáculos más largos que la noche (El horror de la filosofía, vol. 3), Eugene Thacker habla de esta doble cuestión, ¿es esto producto de mi imaginación o eso está sucediendo realmente? En la ondulación de estas dos preguntas o afirmaciones, entre una realidad familiar que es insostenible y una realidad confirmada que resulta imposible, se enmarca el género del horror. Y es la cuestión que me planteé en estos dibujos y que constituye el comienzo de mis intereses en el desarrollo de las obras que vengo realizando desde entonces con otros resultados plásticos y visuales en los que la oscuridad se torna protagonista. 

En los dibujos de 2019, la atmósfera de estas imágenes y escenas son consecuencia, además, de los materiales con los que trabajé: barra y lápiz de carbón sobre papel ocre. Las imágenes son casi monocromas, porosas, arenosas, producidas por el rastro del carbón y por el grano del papel y los matices de luz del mismo, que aportaron una atmósfera y temporalidad que a mi parecer encajaron bien con aquellas ideas e imágenes que me rondaban el pensamiento por aquellos días. Estas obras también podrán verse durante el mes de enero en la Sala Lola Massieu, en Vecindario. También el próximo año expondré en la Fundación MAPFRE Guanarteme obras que he realizado durante 2020 y 2021.

Javier Duchement