Identidad & Viajeras aborda varias referencias clave para contextualizar la identidad y las primeras acciones de turismo, como son el territorio, el viaje y la experiencia del viajero en Lanzarote. A lo largo del siglo XIX muchas mujeres visitaron el archipiélago canario, siendo algunas de ellas de relevante importancia para el mismo. Así acontece con Elizabeth Murray, Anne Duncan, Isabelle Burton, Marianne North, Anne Brassey, Frances Latimer y Mary Henrietta Kingsley, entre otras. Fue Olivia Stone la única que se atrevió a visitar todo el archipiélago con el firme propósito de concluir su extensa e importante obra escrita, donde reflejó toda su experiencia exploradora en los diversos recorridos de Lanzarote y demás islas, titulada Tenerife y sus seis satélites. Esta está considerada como la primera guía turística de Canarias y fiel reflejo de las Islas a finales del siglo XVIII y principios del XIX.
La dificultad que suponía viajar siendo mujer en pleno siglo siglo XVIII era de gran envergadura. La osadía en aventurarse a realizar viajes reservados exclusivamente para el hombre suponía que cualquier mujer dispuesta a salir de su rutina y labores diarias se enmarcara en un segundo plano, llegando a soportar una notable invisibilidad. Su cometido era la de ser mujer del cuidado del hogar, la mujer de familia, la mujer esposa, la mujer madre…; todo bajo la sumisión de las doctrinas de la época victoriana. Es así como en parte de la exposición se hace alusión a la soledad de la mujer en el momento de descubrir y explorar por sí misma el lugar o no-lugar que visita. Un estado liberador en el que, fuera del foco de los estándares de la sociedad doctrinal y estereotipada, la mujer siente confort en la distracción, siendo esta capaz de llevar la curiosidad a lo desconocido.
Desde esta perspectiva entra en juego la identidad del territorio al que Olivia y otros futuros viajeros se enfrentaron. En un sentido antropológico, territorio es un “ambiente de vida, de acción, y de pensamiento de una comunidad, asociado a procesos de construcción de identidad” como describía Tizon en 1995. En una aproximación más cercana a la sociología del desarrollo, Abramovay en 1998 señala que “un territorio representa una trama de relaciones con raíces históricas, configuraciones políticas e identidades que ejercen un papel todavía poco conocido en el propio desarrollo económico”. En este sentido se percibe el territorio construido como un espacio de relaciones sociales, en el que existe un sentimiento de pertenencia de los actores locales respecto a la identidad construida y asociada al espacio de acción colectiva y de apropiación, donde se crean lazos de solidaridad entre ellos.