Fragmentos

En ese lugar, Celeste nunca olvidó cómo sus ojos celestes se posaron en el profesor escuchando algo.

—¿Cómo es morirse profe? —había preguntado un niño que había perdido a su abuelo.

—Pues es como dormir, no pasa nada —dijo el hombre sin saber que decir—. Cuando vamos a dormir por la noche es como si lo hiciéramos y luego despertamos. 

Ese recuerdo tal vez continuara en la mente de ese niño que hizo la pregunta o del profesor. Lo más dramático es que la única mente en la que con certeza se mantuvo durante años esa pregunta no podía transmitirla más. No despertaría con la luz de la mañana. 

***

—Hugo. Murió asesinada ¿verdad? —susurró María con los ojos vidriosos.

Hugo apretó los labios conteniendo la ansiedad que le producía que hubiera un misterio que no pudiera correr a resolver en ese mismo instante.

—No lo saben aún.

María se quedó pensativa sobre su pecho con los párpados cerrándose sin poder borrar la imagen de esa chica con el pijama de hospital en medio de la calle. Su mente se quedó en blanco al dormirse como si la tela de ambas las igualase.

***

Era paradójico pensar cuánto miedo había tenido Celeste en sus momentos más triste de perder a todos los que amaba, sin plantearse que ella podía desvanecerse sin más antes.

Los únicos momentos en los que los jóvenes sienten algo similar a desvanecerse son aquellos en los que se quedan flotando sobre el mar en un día de verano, sintiendo como el cuerpo solo pasa a formar parte del océano. La mayoría suele preferir nadar como si la vida nunca parase manteniéndonos a flote al sentir nuestras piernas moverse. Puede que lo mejor fuera simplemente quedarse fuera del océano, pero hasta Celeste consiguió meterse de pequeña con los ojos destellantes en lo que su madre cogía su mano diciéndole que después le daría un helado.

 

 Suaro, María. La chica de la bolsa de plástico. Las Palmas de Gran Canaria: CanariaseBook / Cam-Pds Editores, 2021.

Portada de La chica de la bolsa de plástico una novela de María Suaro

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La chica de la bolsa de plástico es el primer libro que publico. Ha sido catalogado como novela realista o novela negra. Está escrito con el pseudónimo de María Suaro. La protagonista comparte mi nombre, pero no somos la misma persona. La principal diferencia está en la trama de la obra, en la vida que nos diferencia.

En esta novela hay dos tramas independientes. La primera es la de María Suaro, que acaba de salir del hospital. En el camino a casa de su novio Hugo, ambos encuentran el cuerpo de otra chica en la carretera y como son abogados se dedican a investigar qué es lo que le ocurrió. Pero pronto Hugo se da cuenta de que la propia María trata de esconder su relación con la víctima.

La segunda trama es la de los padres de la chica que aparece muerta. Es una parte llena de recuerdos, tristezas y sensaciones producto de la pérdida.

Esta no es una novela de acciones, sino de emociones. Es una obra intimista que se detiene en la psicología de los personajes. No hace mucho la primera lectora de la obra me dijo que era como una novela negra, pero que giraba en torno a las emociones y nunca había leído una obra así. Por ese motivo me gusta considerarla una novela blanca.

María Suaro