Capítulo 13
Aquí fue Zelmis la que paró la conversación. Comenzó a disertar sobre la realidad y las percepciones. No todas las personas delante de un objeto apreciaban las mismas cosas; por lo tanto, para que la observación pudiera contribuir al crecimiento de la sabiduría, debería poseer algún sistema que pudiera decir si es verdadera o falsa. Puso un ejemplo al ver unos cuantos pichones posados en la fuente. Preguntó a Artabaín, que estaba un poco más alejado, cuántos pichones veía. Él contestó que veía tres. Después preguntó a Kadina cuántos veía, y esta contestó que cuatro. Lo mismo hizo con Ptomila, a lo que respondió que cuatro también. Quería demostrar que si ella hubiera dicho que cazarían los pichones y que esa noche tocarían a uno cada una, Artabaín le hubiera corregido el error, diciendo que alguno se quedaría sin cenar porque para él no había cuatro, sino tres pichones. Esto era provocado por estar situado de tal manera que le era imposible ver al único de los cuatro que estaba bebiendo agua en la fuente.
Quedaba claro que no solo basta con observar; para poder crecer en sabiduría hay que observar las cosas verdaderas. Pero ¿cómo saber las cosas que son verdaderas y las que no? Kadina, con su usual candidez, contestó que habría que comprobar si lo que estamos viendo es cierto o no. Siguió precisando que cada una de ellas, al recibir la pregunta, se debería haber levantado y dado una vuelta a la fuente para analizarla desde todos los ángulos posibles. En ese caso, todos hubieran acertado. Rieron al darse cuenta, tras una palmada de Artabaín, de que al salir los pichones volando no eran cuatro, sino cinco las aves que tomaron vuelo.
Serrano, Luis Alberto. Las tres reinas. España: Editorial Círculo Rojo, 4ª edición, 2021.
México: Editorial Edhalca, 2019.
Este breve pasaje resume, de alguna manera, lo que yo quería transmitir al escribir mi novela. Tal y como he hecho en otras disciplinas donde he dirigido proyectos (cine, musicales, obras escénicas, etc.), siempre he intentado enseñar algo. Creo que, si una obra te termina dejando igual que como la empezaste, es que es totalmente prescindible. Ya sé que mucha gente lee por entretenimiento y eso está bien. Muchas veces, a las obras no necesitamos pedirles más que eso, pero también he tratado siempre que ese entretenimiento lleve aparejado algo que te haga aprender cosas nuevas o, por lo menos, plantearte algunas cuestiones que nunca se te habían pasado por la mente.
El texto que les muestro, si se fijan, es una forma distendida de enseñar livianamente parte de las Teorías de la Relatividad de Albert Einstein. Sí, tal cual. La teoría de los observadores para los que la realidad es diferente dependiendo del punto de coordenadas en el que esté situado lo aproveché para genera una conversación entre las tres esposas de los Reyes Magos —Zemis, Ptomila y Kadina— y Artabaín, el cuarto Rey Mago. Este último aparece en la novela porque, con ella, hice confluir toda la tradición que rodea a los Reyes Magos, refundiéndolo en un solo texto. Esta es la historia de estas tres mujeres que tienen que aprender a conocerse mientras les encargan un trabajo en la Biblioteca de Alejandría. Sus esposos parten en una caravana que los llevará a un sitio desconocido guiados por una estrella y ellas trabajarán duro para que se les reconozca el estudio que les encargan y pueda ser firmado con sus nombres de mujer. Capítulo a capítulo, el lector irá aprendiendo las herramientas para tener los fundamentos de la sabiduría. Con este libro se aprende si se tiene la mente receptiva, porque la sabiduría es un elemento de nuestro cuerpo que hay que entrenar a diario.