Marco
Alom
Nombre y Apellidos: | Marco Alom Granero |
Nacimiento: | Los Gigantes, Tenerife, 1986 |
Categoría: | Artista plástico y digital |
Formación: | Licenciatura en Bellas Artes por la Universidad de La Laguna |
Colaboradora: Nira Cabrera
Fecha de la publicación: 08/07/2021
Algunas obras están formadas por tantos detalles que por mucho que las observes siempre terminas encontrando alguna forma nueva. Nuestro invitado de hoy realiza unos dibujos casi hipnóticos, de esos en los que puedes pasar horas navegando por sus líneas y seguir descubriendo hallazgos. Tengo el placer de compartir nuestra mesa de tertulias con Marco Alom (Los Gigantes, Tenerife, 1986).
Lo primero, bienvenido a nuestra pequeña tertulia. Tras la presentación inicial es el turno de las preguntas. Allá va la primera: ¿Cómo fueron tus inicios profesionales?
A la hora de concebir el arte considero que he sido una persona afortunada, ya que en mi casa nunca se vivió el mismo como un hobby exclusivamente, sino como algo más y mucho más útil. Desde niño andaba dibujando todo el día, vivía entre fincas y algo alejado del pueblo, por lo que dibujar se convirtió no solo en un hobby, sino también en una herramienta para desarrollar fantasías e incluso una forma mediante la que poder expresar ideas que de otra forma me costaba más. Esto incluso sirvió para que se convirtiese en un instrumento social con el que formar mi propio espacio con respecto a los demás. Esto, sumado a que en casa siempre se hablaba del trabajo y la vida de artistas como temas de interés, ayudó a crear cierta fascinación por el arte como oficio y disciplina con tanta dignidad como cualquier otra (mis padres no son los padres prototípicos de chiste que cuando el hijo les dice que quiere estudiar arte se caen de espaldas, todo lo contrario). Todo esto me ayudó a tener una relación con el dibujo o la pintura muy normal y bien entendida. Un camino que estaba ahí desde siempre y como me gustaba no tuve ningún remordimiento en querer dar el paso de dedicarme al mundo del arte.
Estudié la carrera de Bellas Artes en la Universidad de La Laguna. Aproveché ese tiempo no solo para formarme en el aula, sino también para acudir a las exposiciones que hubiese y conocer el ámbito artístico canario. Tras acabar la carrera me fui a El Hierro, isla a la que mis padres se habían mudado y, gracias al artista Nicolás Rodríguez Kolia, conocí al fotógrafo Alexis W., que había regresado recientemente desde Madrid, donde había vivido la mayor parte de su vida, a su Hierro natal. Con Alexis empezaron los primeros pasos serios en el mundo del arte, ya que, aparte de conocer a un amigo, un maestro y un hermano, supuso una puerta que me permitió descubrir por dentro dicho mundo. Me presentó a artistas a los que admiraba como Santiago Palenzuela, Karina Beltrán o Carlos Rivero. Trabajamos juntos en El Hierro como lugar periférico en donde podían ocurrir sucesos distintos (Un Macondo atlántico, ese era el lema). Las experiencias de los autores que venían a El Hierro e ideas que nacían propiciaron el poder llevar a la práctica todo aquello que apenas la teoría había logrado presentar. Una experiencia fascinante. Colaboré en proyectos y me fui introduciendo poco a poco en el ambiente artístico hasta exponer en La Regenta (Las Palmas de Gran Canaria), participar en la exposición Memorias de Contrabando o conocer a Julio Blancas, con el cual empecé a aprender y profundizar en el dibujo contemporáneo.
En 2015, tras participar en la Beca NOW que la galería Artizar había convocado, decidieron ofrecerme trabajar con ellos. Artizar era un espacio que estimaba, pues era un referente para mí, ya que cuando estábamos en la carrera muchos compañeros y yo íbamos a las inauguraciones a ver qué se exponía y a conocer autores o a buscar catálogos. No me lo pensé dos veces y acepté, y otra puerta se abrió y empezó todo. Más que un principio es como si hubiera varios. Siempre hay pasos que dar que te dan la oportunidad de empezar prácticamente desde cero.
¿En qué medida ha marcado la insularidad tu desarrollo artístico?
La insularidad tiene una carga importante en mi trabajo. Siempre se ha comentado la situación periférica de Canarias, pero en El Hierro, la isla donde resido y trabajo, esta situación se acentúa aún más. Es una periferia dentro de la periferia, y esta es quizás la razón principal por la cual mi trabajo gravita en torno a ella. Ya sea por su situación o por su carácter, siempre ha sido una isla con un carácter independiente y encerrada en sí misma. Tanto es así que antes, cuando la niebla o la calima evitaban ver las demás islas, se solía decir: “El mundo está aislado”. Este carácter introspectivo ha formado una idiosincrasia de pequeño universo que ha propiciado que en un mundo globalizado como en el que vivimos, este territorio mantenga su carácter identitario y resista. En él todo es a escala humana. Lo tradicional no ha dado el paso de convertirse en folclore bucólico o etnográfico y, en cierta medida, tiene sus propios roles sociales o de justicia, y todo esto sin nombrar su fauna o flora, que la convierten en un laboratorio biológico único.
Yo soy del sur de Tenerife y pertenezco a una generación que vivió el cambio del modelo del sector primario al sector terciario. Pasamos del pueblo de pescadores y las fincas de nuestros padres y abuelos a la oferta del hotel, la postal turística y al concepto de paraíso. Siempre sentí que ese mundo, en el cual se nos educó con sus propios roles, ya no servía para aquel en el que teníamos que vivir. El juego había cambiado. De todo esto surge un interés por trabajar sobre esa identidad que se disuelve, por un concepto de vida que se vuelve anacrónico en un mundo interconectado y globalizado, pero no desde un punto de vista ni etnográfico, ni historicista y ni tan siquiera sociológico o filosófico, sino desde el punto de vista de alguien perteneciente a ese mundo en extinción que pretende dejar un testimonio propio del cambio desde dentro. El Hierro, ganándole un poco más de tiempo a ese cambio de modelo social y económico, en su carácter de doble periferia y orgullosa de sí misma, me ha permitido poder seguir trabajando en eso y poder verlo todo a cámara lenta mientras en otros lugares todo ocurre tan deprisa.
¿Cómo nace tu proceso creativo?
Surge primeramente de la investigación y el interés. La línea de investigación que desarrollo tiene bastante de exploración del territorio. Intento impregnarme bastante de él e informarme de su historia, de sus usos y costumbres, de su geología o de su biología, entre otras cosas. Para eso suelo rodearme y establecer contacto con gente que me pueda enseñar o aportar puntos de vista críticos y fundamentados. Algunos ejemplos son los miembros de la Asociación Viera y Clavijo, a la cual pertenezco, fundada por el mítico Telesforo Bravo y que cuenta con biólogos, geólogos o profesores, entre otros. Debato con ellos o les consulto aspectos de lo que voy indagando. Pero también hay personas como mi padre, arqueólogo e historiador, o vecinos como Samuel Acosta, que es agricultor y lleva años trabajando en los mismos terrenos que sus antepasados con la intención de preservar su legado, consiguiendo así recuperar variedades de cultivos endémicos prácticamente extinguidos y formando uno de los bancos de semillas más importantes de Canarias. Suelo mirar el territorio y al que lo habita como uno solo e intento hacer esa labor de campo para poder profundizar más en él. Hay muchos maestros de los que se puede adquirir valiosas lecciones que enriquecen y sustentan el relato. Es en total una constante fascinación y placer para la indagación.
En cuanto a la parte más técnica del proceso, lo que hago principalmente es resolver cuestiones que me planteo referentes al dibujo usando los distintos intereses que pueda tener como vehículo conductor. Mi día a día se basa en estar encerrado en el estudio probando cosas. En el método de trabajo hay mucho de “ensayo y error”: probar, experimentar, descartar y, al fin, obtener resultados que me satisfagan. Cuando encuentro uno, empiezo a probar por ese camino nuevo y llevarlo hasta todos los límites que pueda o crea. Muchas veces no sale nada, pero hay que probarlo y sacarle todo el jugo posible. Es una actividad que conlleva pasar prácticamente el día en el estudio, pero la considero apasionante. Te pones a prueba a ti mismo.
¿Hay algún o alguna artista con el/la que te gustaría colaborar actualmente?
Pienso que colaborar es también aprender del otro y el fin es establecer nuevos diálogos e ideas (ya lo dice el refrán: «Cuatro ojos ven más que dos»). He tenido el lujo de convivir y colaborar en varias cosas con Alexis W., y he aprendido mucho con él (como estudiar una carrera de arte por segunda vez). No sería quien soy sin esas experiencias. En el campo del dibujo, que es en el que he ido centrando mi trabajo en estos últimos años, hay auténticos monstruos, como pueden ser Laura Mesa o Julio Blancas, con los que apetece sentarse ante una mesa y hablar. Pero cualquier colaboración es buena. Siempre sale una idea o un concepto que vale la pena, y cuanto más alejado sea el campo en el que trabajes de aquel del que te sientas cómodo, más se enriquecen el proceso creativo y la obra.
Hay artistas como Pamen Pereira, con la que he desarrollado una amistad y con la que sabes que enfrascarte en proyecto con ella implicaría una aventura. Y eso es emocionante. Ahora mismo me ha invitado a participar en el proyecto JAADA (Jua African Arts of Development Association), en el que ha trabajado durante varios años, que pretende establecer centros de arte en Tanzania junto a la Jua Arts Foundations of Children (Tanzania) con la idea de educar en disciplinas como la danza, el teatro o las artes plásticas, generando así vínculos e intercambio cultural. Convierte el proyecto en un motor integrador y en un puente entre África y Europa a través de las artes. Un proyecto fascinante que los invito a conocer y a participar.
También llevo varios años aprendiendo de doña Teresa, ceramista popular de la isla de El Hierro, con la que he ido aprendiendo poco a poco cómo se ha trabajado la cerámica canaria durante siglos, desde buscar el barrizal y el almagre hasta pisar el barro o levantar una pieza. Me gustaría que esta experiencia termine derivando en algo totalmente distinto de lo que hago.
¿Cuál es tu opinión sobre el frenético ritmo de vida actual y el papel tan importante que juegan las redes sociales en la comunicación?
La verdad es que a mí particularmente no me interesa mucho. Creo que todo debe llevar un ritmo que deje espacio para la reflexión y para la duda, y la velocidad de lo cotidiano no veo que deje ese espacio. En el ocio lo podemos ver. En apariencia, descansar debería implicar una pausa, pero en el nuevo estilo de vida consumista se nos invita a hacer constantemente una actividad tras otra y hasta en el deporte el salir a correr ha sustituido el caminar. Hace poco escuchaba al paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga hablar sobre la crispación política y cómo los medios y las fake news propiciaban este estado de crispación, y él achacaba que gran parte del problema se debía a que nuestro cerebro no estaba preparado para consumir decenas de titulares al día, sino para destripar la información. Esto nos indica que el proceso del pensamiento debe ser el sentido crítico que nos permita dudar, contrarrestar la información y obtener conclusiones, y el artista no debe ser ajeno a esto. Encontrar la pausa, cambiar la velocidad de la carrera por la invitación al encuentro que tiene el paseo, ya es un acto de resistencia de por sí.
Ahora los artistas compiten contra personalidades y profesionales de todo tipo para conseguir visibilidad en estos medios, ¿crees que el trabajo colaborativo es una buena estrategia para que las voces de los artistas tengan más fuerza?
Sí, el trabajo cooperativo es una buena estrategia. Como decía al principio, cuando acabé la carrera y me vine a vivir a El Hierro comencé, junto a Alexis W., un proyecto llamado El Cochino Negro, que consistía en una Comunidad Virtual en redes sociales. El ser amigo de este perfil era equivalente a ser miembro de dicha Comunidad. En este espacio se compartían proyectos, se presentaban intereses y servía en cierta manera de foro. Ninguno de los dos éramos entendidos en el tema de las redes sociales, y más en aquella época (2011), y aún así logró tener una cierta visualización. En esta comunidad había gente de distintas ramas del mundo del arte: agricultores, escritores, gente de audiovisuales, editores, biólogos o historiadores, entre otros. De este espacio común surgieron relaciones y colaboraciones que incluso se mantienen hoy en día y que fueron el germen de libros, conciertos, proyectos audiovisuales e incluso expositivos. Todo esto, como te digo, sin tener mayor conocimiento de redes sociales y con un formato muy tosco.
Cuento esto como ejemplo de mi experiencia con un trabajo cooperativo en redes sociales (y repito que aquí la estrategia para dar voz simplemente era tiempo e ilusión), pero esto no quiere decir que esos proyectos surgidos de ahí fuesen parte de la experiencia que ofrecía El Cochino Negro. No, fueron el fruto del trabajo y el tiempo de personas que se conocieron en ese espacio, nada más. Es decir, creo que las redes sociales son una herramienta importantísima y poderosa que nos permite crear espacios nuevos y campos de difusión y colaboración para, como bien formulas, dar voz a los creadores, pero el trabajo implica mucho más que eso. No debemos confundir la red social con la panacea que sustituirá todo, sino como un lugar más y útil donde poder encontrarnos.
¿Cómo ves el panorama artístico del Archipiélago?
Siempre me ha sorprendido cómo en Canarias, siendo un espacio tan acotado y donde todos nos conocemos en mayor o menor medida, surgen trabajos tan diversos. He visto estudios de artistas en los que puede haber tres personas trabajando, conviviendo y hablando casi todo el día y sus trabajos llevar derivas totalmente distintas. Puedes ir a una exposición y sin leer las cartelas saber qué trabajo es, por ejemplo, de Santiago Palenzuela, Noelia Villena, Carlos Rivero o Federico García Trujillo a pesar de que en cierta forma todos habitamos el mismo lugar.
También hay espacios y colectivos independientes que se desviven por ofrecer una oferta con calidad y gestores preocupados por lo mismo. Pongo el caso de El Almacén, en Lanzarote, una sala pequeña que se ha convertido en un punto referente y vital de su comunidad. Tanto es así que, cuando parte de sus instalaciones se mantuvieron cerradas por las reformas, gran parte del tránsito de esa calle se vio afectado y los comerciantes aledaños decían que era por ello. Esto es debido a que hay agentes, como en este caso Pepe Betancort y su equipo, que se han preocupado para que este espacio sea un espacio necesario y vivo.
Digamos que tenemos una buena materia prima, pero aún así nos debemos enfrentar con problemas como la lucha constante por poder exteriorizar el trabajo realizado aquí y que cosas como el sistema de aduanas y aranceles que tenemos no nos lo facilita. Es algo impensable que dentro de un mismo país tengas que pagar aduanas. Toca seguir tendiendo puentes que nos faciliten la relación con el exterior y vencer así ese sentimiento absurdo de lejanía, pero también puentes entre todos los factores que trabajamos desde dentro.
Estamos creando una biblioteca de sugerencias para nuestros lectores, ¿qué libro no puede faltar en la estantería de Tertulia y Arte?
Me voy a decantar por uno de mis libros fetiche: Flores silvestres de las Islas Canarias de Zoë y David Bramwell. Es un clásico de las guías de plantas canarias que estos dos hitos de la biología local nos han legado. Podríamos decir que es un libro interactivo porque es un buen compañero de paseos y un gran maestro, ya que te ayuda a entender cada planta o flor que nos encontramos por humilde que esta sea y que, aparte de enseñarnos un poco más del entorno en el que habitamos, también nos obliga a un acto que en cierta forma no deja de ser un acto necesario: detenernos a observar.
Ya conocemos parte de tu pasado y de tu presente. Es el turno de una pregunta que no es fácil de contestar: ¿Cómo proyectas o visualizas tu futuro?
El futuro lo proyecto trabajando en esto. Es mi oficio y donde me encuentro satisfecho. Acabo de presentar mi último trabajo: MURRIA, exposición realizada para la SAC (Sala de Arte Contemporáneo, Santa Cruz de Tenerife). Ha tenido una muy buena acogida, logrando que itinerara al Centro de Arte Juan Ismael, en Fuerteventura. Esta última obra, que habla sobre el viaje interior y de cómo el territorio aislado o distante afecta al carácter de aquel que lo habita, ha abierto nuevos campos para mí y han surgido nuevas formas de representación y conceptos en los que aún debo profundizar y ver a dónde me llevan y qué resultados obtengo.
A corto plazo hay proyectos en los que estoy inmerso. Acabo de ser seleccionado para acudir a la Feria de Arte Santander a finales de julio y participo en una colectiva de tres autores en la Feria de Estampa que se celebra en Madrid a finales de año. Proyectos a los que acudo de la mano de la galería Artizar, con la cual también estamos organizando una exposición en su sede para el próximo año. Están surgiendo proyectos nuevos que irán tomando forma aquí, en las Islas, y de los cuales espero poder hablar pronto. También estamos abriendo líneas de trabajo fuera, por lo que, si todo va bien, queda aún mucho recorrido por andar.
La artística, como cualquier carrera profesional, además de formación y talento, requiere de apoyos para poder desarrollarse. Nos gustaría saber quiénes han sido tus apoyos tanto personales como profesionales.
Debería comenzar, por supuesto, por mis padres, que siempre han estado ahí y que, como respondía al principio, me hicieron ver que el mundo del arte era una disciplina igual de sacrificada y digna como cualquier otra. No solo han sido un apoyo, también es un placer poder contar con ellos.
El otro apoyo fundamental es Gina, mi pareja. Me he dado cuenta de que, en la mayoría de los casos, ser pareja de alguien con un oficio tan absorbente y con tantos altibajos como este no es nada fácil, pero con ella nunca han habido problemas, más bien al contrario. Con ella consulto muchos aspectos relacionados con mi obra, me aconseja y es muy crítica, debatiendo y enriqueciendo mi propia visión. Es un apoyo fundamental, porque, aparte de ser pareja, es compañera, amiga y colega.
En lo profesional le debo mucho a la galería Artizar (La Laguna, Tenerife), con la que llevo trabajando desde hace seis años. Antes mencionaba que colaborar es aprender del otro y mi relación con ellos ha sido de una colaboración total. Esto me ha supuesto una verdadera escuela. Apostaron por mí cuando apenas comenzaba a desarrollar mi línea de trabajo y han sabido guiarme por un mundo que de otra forma me hubiera costado muchísimo entender. Artizar lleva treinta y dos años de trayectoria desde Canarias, cosa nada fácil, y trabajando con muchísimos artistas, entidades y colectivos tanto canarios como de fuera.
Esos medios siempre los han puesto a mi alcance para que me pueda desarrollar como artista y para que mi trabajo se pueda desarrollar en nuevos campos (me han llevado a ferias, a la Bienal de La Habana, me han aconsejado, propiciado el contacto con otros artistas…). Si puedo, como decía antes, dedicarme a tiempo completo a trabajar en el taller, es porque ellos están realizando un aspecto fundamental como es la organización de exposiciones y promoción de mi obra que yo no sabría hacer (o al menos no con esa experiencia), y siempre con ese aprecio, generosidad y dignidad que ha caracterizado nuestra relación. Sin su trabajo y colaboración todo cuanto he alcanzado no solo hubiese sido imposible, sino que no lo habría ni imaginado.
Para despedirnos solo nos queda darte las gracias por dedicarnos este ratito. Gracias por dejarnos descubrir todo el trabajo que esconden tus obras y mucho ánimo con tus próximos proyectos.
Gracias a ustedes por la labor que hacen con este trabajo, no solo por dar visibilidad a los autores canarios, sino también por la ilusión y compromiso que les mueven a hacerlo. Me he sentido muy a gusto y les deseo todo lo mejor, que se lo merecen.
Currículum
Exposiciones individuales
2021
- Murria. Centro de Arte Juan Ismael (CAJI), Fuerteventura
- Murria. Sala de Arte Contemporáneo (SAC), Tenerife
2018
- Piélagos. El Almacén, Lanzarote
2017
- Un Año en Patmos. Galería de Arte Artizar, Tenerife
2015
- Soliloquio. Centro de Arte La Regenta, Las Palmas de Gran Canaria
Colecciones
- Fundación Luz Marina Calero
- Colección Artizar
- Diversas colecciones particulares
Para más información sobre este artista visiten: artizar.es