Sagrada Vértebra de Todos los Huesos Rotos
2018-2021.
Huesos rotos de animales encontrados, madera y latón.
300 x 1000 cm.
Fotografía de Teresa Arozena.
(Detalle) Sagrada Vértebra de Todos los Huesos Rotos
2018-2021.
Huesos rotos de animales encontrados, madera y latón.
300 x 1000 cm.
Fotografía de Teresa Arozena.
(Detalle) Trofeos
2018-2019.
Cráneos de gatos y perros.
Dimensiones variables.
Fotografía de Teresa Arozena.
Santuario
2019.
Huesos de tortuga, coral y madera.
69,5 x 40,5 x 22,5 cm.
Fotografía de Teresa Arozena.
Agua, tierra, fuego y aire
2021.
Huesos de animales de mar, tierra y aire y cenizas de IF de Tasarte.
Dimensiones variables.
Fotografía de Nacho González.
(Detalle) Santuario
2019.
Huesos de tortuga, coral y madera.
69,5 x 40,5 x 22,5 cm.
Fotografía de Teresa Arozena.
El pecado está a la puerta, acechando
2019.
Quijada de cabra, dientes, nido de ave y pintura.
Dimensiones variables.
Fotografía de Teresa Arozena.
“Sacer describe a una cosa o persona ofrecida a las divinidades y, por tanto, consagrada a ellas”, según el Oxford Latin Dictionary.
Friedich Georg Jünger destaca la dualidad y oposición en su significado: “A través de esta asociación con la pureza ritual, sacer podía significar ‘sagrado, intocable, inviolable’. […] El adjetivo romano sacer reviste el doble sentido de lo que está consagrado a un dios y por tanto es digno de respeto, y de lo maldito, lo detestable, lo execrable que ha sido víctima de una divinidad”.
La exposición está estructurada a modo templo: por un lado, con altares como Sagrada vértebra de todos los huesos rotos, compuesto por huesos rotos de animales y dos piezas de latón que forman una vértebra humana, o Pasión, corona hecha con cuernos de cabra; por otro lado, piezas como El jardín del Edén o Trofeos muestran las reliquias recolectadas durante mucho tiempo, formando estas naturalezas muertas a modo de ofrendas.
«Sacer» muestra la naturaleza como reliquia mediante la estética de lo sagrado para tratar temas como la sobreexplotación de los animales y del espacio, nuestra desconexión con el entorno y los recursos medioambientales. Las obras que se presentan son el fruto de la recopilación obsesiva de “reliquias”, en su mayoría huesos pulidos por la tierra, el agua y el viento. Muchos de ellos pertenecen a especies protegidas, encontrados en espacios naturales principalmente del paisaje canario, donde el único sacrificio ha sido hallarlos. El proceso de creación se convierte así en un ritual conformado por varias etapas: exploración, recolección, investigación, desarrollo y conservación.
Cada hueso guarda su propio significado y perteneció a una vida que cuenta una historia inseparable de su paisaje. Su cambio de significado en otro entorno, su intervención y su uso como objeto de arte lo transforman en sagrado, en una reflexión crítica abierta sobre su uso cotidiano y efímero.